
Tantos recuerdos que se escabullen de la gris realidad, parecen gusanos a punto de abandonar el cuerpo muerto sin carne.
¡Maldigo los días tristes de verano, son una máquina de tortura! No hay nada más triste que visitar el lugar donde murió la razón. Soy un hueco de sentimientos inconclusos… como jarrón sin rosas rojas.
¿Desde cuándo aprendimos a vivir deprisa? Me encantaría detener por un momento el tiempo y revivir los sueños de la calle muerta donde uno normalmente se pasea. El tiempo corre y no me gustaría desaparecer sin percatarme de la coexistencia de las palabras abortadas.
¡Maldigo los días transfigurados de verano, son ráfagas pútridas! Colecciono todos los reyes que quedaron en la perdición. Soy un museo de emociones amnióticas… como el jardín de las amapolas.
Las moscas devoraron el cadáver de la juventud. Tantos recuerdos y tantas cosas por vivir. Nosotros tan solos como el feto que vive dentro de la panza de su progenitora. Carrusel que parió alucinaciones no fecundadas.
Cielo que cambia de color, ¿desde cuándo dejamos de respirar en la gran Megalópolis? Tus días de calor agonizan a las hadas de la nostalgia. Quiero existir dentro de la metamorfosis y no contemplar nada. Me duele la razón como borracho que se consumió dentro de su bebida.
Y los recuerdos se consumieron al nacer el sol… y la enredadera de versos surgió al caer la constelación de verano.
¡Maldigo los días desolados de verano…!
¡Maldigo los días tristes de verano, son una máquina de tortura! No hay nada más triste que visitar el lugar donde murió la razón. Soy un hueco de sentimientos inconclusos… como jarrón sin rosas rojas.
¿Desde cuándo aprendimos a vivir deprisa? Me encantaría detener por un momento el tiempo y revivir los sueños de la calle muerta donde uno normalmente se pasea. El tiempo corre y no me gustaría desaparecer sin percatarme de la coexistencia de las palabras abortadas.
¡Maldigo los días transfigurados de verano, son ráfagas pútridas! Colecciono todos los reyes que quedaron en la perdición. Soy un museo de emociones amnióticas… como el jardín de las amapolas.
Las moscas devoraron el cadáver de la juventud. Tantos recuerdos y tantas cosas por vivir. Nosotros tan solos como el feto que vive dentro de la panza de su progenitora. Carrusel que parió alucinaciones no fecundadas.
Cielo que cambia de color, ¿desde cuándo dejamos de respirar en la gran Megalópolis? Tus días de calor agonizan a las hadas de la nostalgia. Quiero existir dentro de la metamorfosis y no contemplar nada. Me duele la razón como borracho que se consumió dentro de su bebida.
Y los recuerdos se consumieron al nacer el sol… y la enredadera de versos surgió al caer la constelación de verano.
¡Maldigo los días desolados de verano…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario